No se encontraron resultados para tu búsqueda.
    
    
    
    📖
      
        Pronto llegarán historias nuevas.
        Este espacio está esperando ser llenado con relatos y microrelatos.
      
- 
        
        Cuando Julia heredó la casa de su abuela, lo primero que notó fue el enorme espejo del pasillo. Nadie recordaba haberlo visto antes, pero su reflejo la seguía a todas partes. Una noche, al pasar frente a él, se detuvo. En el vidrio, su reflejo sonrió… pero ella no. Retrocedió con el corazón desbocado. El reflejo se acercó. Desde entonces, los vecinos dicen que en esa casa no vive una, sino dos Julias: una que mira, y otra que responde.
- 
        
        Cada noche, a las 3:17, sonaba el teléfono. Siempre el mismo número, siempre el mismo silencio. Una madrugada, cansado de no entender, Matías contestó y habló primero: —¿Quién sos? Una voz idéntica a la suya respondió: —El que está en tu lugar. Colgá, antes de que sea tarde. El teléfono volvió a sonar segundos después, pero esta vez, el que atendió no fue él.
- 
        
        Todos los domingos, Clara iba al mismo banco. Llevaba un termo de café y dos vasos. A veces hablaba sola, como si él todavía estuviera ahí. Un día, una niña se le acercó y le preguntó por qué traía dos vasos si estaba sola. Clara sonrió con tristeza: —Porque hay amores que uno no deja de servirles café, aunque ya no vuelvan a tomarlo.
- 
        
        No se dijeron "te amo" la primera vez. Ni la segunda. Pero una tarde, mientras él le alcanzaba el abrigo y ella le sonreía sin mirar, entendieron que ya no hacía falta. Habían sobrevivido a tantos inviernos que el amor dejó de necesitar palabras: solo bastaba con quedarse. Y quedarse, en un mundo lleno de fugas, también era amor.