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        Querido amor: No sĂ© si escribirte es un acto de valentĂa o de puro cansancio. Te nombro y ya siento un nudo en el pecho, como si al invocarte se abrieran todas las cicatrices que dejaste en mĂ. Has sido todo y nada, el impulso que levanta y la piedra que pesa. Te aparecĂ©s con la dulzura de un primer sorbo: suave, encantador, prometiendo eternidad. Pero enseguida arde. Te volvĂ©s un cĂłctel amargo, de esos que queman en la garganta pero igual uno sigue bebiendo, con la esperanza de que el prĂłximo trago sea distinto. Nunca lo es. Jugás con las distancias, disfrazás la ausencia de destino y las despedidas de madurez. DecĂs que todo tiene un sentido, pero a veces parecĂ©s solo un mal experimento de los dioses, un chiste cruel vestido de promesas. Y sin embargo —porque siempre hay un sin embargo—, te busco. Todos lo hacemos. Nos juramos que no volveremos a caer, que esta vez aprenderemos, que el amor sin dolor existe. Pero apenas nos rozás, olvidamos el miedo. Y volvemos a beberte, aunque sepamos que despuĂ©s llega el ardor. Tal vez eso seas, amor: la contradicciĂłn más humana de todas. Lo que nos rompe y al mismo tiempo nos recuerda que estamos vivos. Brindo por vos, aunque todavĂa me quemes. — FG
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        Te pienso, aunque nunca fuiste. No hubo historia, ni comienzo, ni final. Solo un casi. Y a veces, el "casi" duele más que cualquier despedida. Nunca te tuve, pero te imaginĂ© en todas mis versiones: en tardes de lluvia, en silencios compartidos, en conversaciones que solo ocurrieron en mi cabeza. Te inventĂ© a mi medida, o quizás a la medida de lo que necesitaba en ese momento. Nos cruzamos en el tiempo equivocado, o tal vez fuimos dos que no supieron reconocerse. Y aun asĂ, hubo algo en tu mirada que me hizo pensar que, si el mundo hubiera girado un poco distinto, habrĂamos sido. Me quedo con lo que no pasĂł, con los espacios vacĂos que llenĂ© de vos. Con la ternura que no entreguĂ©, con las palabras que se me quedaron en la boca. Me quedo, sobre todo, con la certeza de que hubo algo —aunque fuera breve, invisible o imaginado— que me moviĂł por dentro. No te guardo rencor ni tristeza. Solo un agradecimiento silencioso por haber existido, aunque sea en la posibilidad. Porque a veces los amores que no fueron tambiĂ©n dejan huella. — FG
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        Querido olvido: Esta noche llueve, y pienso en vos. No porque quiera recordarte, sino porque la lluvia tiene esa mala costumbre de revolver lo que uno ya habĂa dejado quieto. El agua golpea los vidrios y parece escribir nombres que ya no pronuncio. Hay algo de vos en cada gota que cae: una insistencia suave, una memoria que no se rinde. Me prometiste descanso, y sin embargo, acá estoy, empapada de recuerdos. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero el tiempo solo moja distinto. A veces la lluvia arrastra, otras apenas humedece las esquinas del alma donde uno guarda lo que no quiere volver a tocar. No te culpo, olvido. SĂ© que hacĂ©s lo que podĂ©s. Que borrás a medias, que dejás sombras, que te vas y volvĂ©s como el clima. Pero ojalá, algĂşn dĂa, llegues de verdad. No para borrar lo que fui, sino para dejar de doler en lo que soy. Por ahora, dejo que la lluvia haga su trabajo. Quizás ella te conozca mejor que yo. — FG